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Recuperar la confianza perdida
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El discípulo preguntó: “Maestro, ¿cómo recuperar la confianza en alguien que te ha engañado?”.
Silencio.
La pregunta fue repetida cinco veces. El silencio del maestro parecía impenetrable. El discípulo se sentía cada vez más inquieto.
Por fin, el maestro abrió los ojos. Miró al discípulo y dijo: “La confianza se teje poco a poco, y se puede perder en un instante. Pero incluso tras la experiencia de un engaño, es posible volver a empezar”.
Ahora era el discípulo quien guardaba silencio.
El maestro le miró de nuevo y prosiguió: “Observa una araña que construye su tela. Movimientos hacia arriba y hacia abajo, por un lado y por otro. Poco a poco, hilos que parecían absurdos y desordenados empiezan a ocupar un lugar preciso. Al final, tienes ante ti un espectáculo maravilloso. Pero basta cortar alguno de los hilos maestros para que todo quede destruido”.
El discípulo comentó: “Ahí nace mi pregunta. Después de haber trabajado tanto tiempo para conseguir un amigo, en unos minutos todo se hace añicos. Cuesta empezar de cero, con el miedo a encontrarse mañana con un nuevo fracaso”.
El maestro respondió: “Los fracasos no destruyen las amistades verdaderas. La araña no se rinde cuando su tela se hundió entre las ramas. El esfuerzo por volver a empezar tiene sentido si valoramos al otro más allá de su fracaso humano. Pero si nadie empieza, si el miedo paraliza a quienes antes eran amigos, la tela quedará rota y sin sentido. Quizá tú o yo podemos ser el puente que inicie una aventura humana renovada y más madura”.
El silencio del anochecer quedó interrumpido por los primeros ecos del canto de una lechuza. El discípulo comprendió que los fracasos no son irremediables, que detrás de una afrenta sigue vivo un corazón humano, que es posible reconstruir amistades rotas a través de ese gesto humilde y sencillo de quien sabe perdonar desde lo más íntimo del alma.
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