Agrego este artículo que me ha parecido muy interesante, aun cuando este la opinión de la mayoría , como muy versada, cundo no tema considerado muy manido. Pienso que el espacio es muy grande, y aún todo como opinión enriquece.
Pienso, que la pedagogía debería desempeñar quizá un campo en el discernimiento de estos temas, que tanto se politizan , ya que educación y sociedad y el desarrollo integro del individuo en la sociedad es parte de su teoría y práctica.. Además de justificar la teología, pero ésta como ciencia ya se define así misma. Pero este debate que entra en los programas políticos, que de alguna manera defienden valores de personas, en mi más humilde opinión, son confusos. Pues todo evoluciona y avanza, entonces ya no encarnan lo mismo que antaño. Quizá deberíamos educar un poco socialmente que es lo que hay.
( comentario de Fey)
http://blogs.elpais.com/cuestion-de-fe/2013/05/clases-de-religion.html
Cuestión de Fe
Una reflexión coral sobre el significado de la religión y lo religioso ahora, con la elección de un nuevo Papa en la Iglesia Católica, y siempre, cuando sean otros los acontecimientos. Una mirada sobre lo celestial y lo terrenal, los asuntos generales y particulares de los creyentes de toda fe, en la jerarquía y a pie de calle. Sobre lo que tienen, les sobra y les falta a las iglesias hoy, y sus retos en un mundo globalizado. Cada texto es opinión respetable de cada autor.
Clases de religión: no es cuestión de fe, sino de pedagogía
Por Juan Masià Clavel
Se equivocan los ministros de educación cuando confunden la enseñanza confesional de una religión con la enseñanza científica sobre las religiones. Se equivocan los portavoces episcopales cuando confunden enseñanza escolar con educación religiosa y evangelización. Cuando obispos y ministros hablan de ética cristiana o educación religiosa en valores, el uso de los adjetivos es poco apropiado: como si hablasen de geografía saludable, matemáticas católicas o laicidad bautizada...
Otra cosa es que un cura experto en matemáticas las enseñe o que una biólogahable el domingo en su iglesia paratestimoniar su fe colaborar en la catequesis. Lo malo son ciertas mezclas:una clase de ética, que suena a sermón de obispo, o en una homilía que huele a clase de colegio...
Recuerdo al P. Albert Dou,catedrático de matemáticas y pensador de filosofía de las ciencias. Reconocido en launiversidad pública, ejercía a la vez su ministerio;pero jamás se le ocurriría hablar de “matemática católica” o bendecir con incienso la trigonometría. Vivió su doble identidad,científica y ministerial, sin mezclas sospechosas ni esquizofrenias desencajadas.
En la Universidad Sofía (Tokyo), donde he trabajado desde 1970, estuve algunos años encargado de la asignatura de ética cívica(“Aprendizaje de lo humano”, en japonés: ningengaku), parte del programa de humanidades, común a todas las facultades, que incluíatambién optativas de ética, filosofía o religión. Pero las visiones de sentido se proponen, no se imponen. La asignatura de religión obligatoria sería el mejor modo de hacer aborrecer la religión. La enseñanza de la historia de la cultura, que incluye el hecho religioso, el artístico, el científico o el literario, puede y debe formar parte de la educación en cualquier país, pero sin matices confesionales.También la introducción al pensamiento ético debería estar presente, con la historia, capacitando para valorar, discernir y elegir responsablemente en una sociedad democrática.
En la década de los setenta, compaginé la enseñanza universitaria de la ética con la de una clase de ética cívica en bachillerato, en el colegio jesuita de Ofuna. La ética cívica y formación humana es asignatura obligatoria en Japón para toda la educación primaria y secundaria. Durante los doce años de educación obligatoria (seis de primaria, tres de bachillerato y tres de bachillerato superior) hay un programa de ética, de acuerdo con las directrices del Ministerio de Educación. En su marco, los centros públicos o privados, organizan sus contenidos concretos. Abarca desde urbanidad y civismo en los primeros cursos, pasando por formación del carácter y vida social, en los años siguientes, hasta los temas de relaciones internacionales, derechos humanos, igualdad y respeto, educación sexual o cuidado del medio ambiente, etc.; incluye, al final del bachillerato, historia del pensamiento y del hecho religioso. En esa clase, sin adoctrinar ni imponer, tuve que tratar con mi alumnado sobre Sócrates, Jesús, Buda y Confucio.
Tuve otra experiencia extracurricular. Se reunía un grupo del alumnado, libremente y en competencia horaria con actividades de club, para participar en sesiones de estudios bíblicos. El ambiente era distinto del marco académico de las clases.
Esta doble experiencia me hizo percibir la diferencia entre la pedagogía de la ética cívicacomo asignatura troncal, en el contexto de una sociedad plural, democrática y secular, y, por otra parte, la enseñanza optativa de una determinada religión, cuyo lugar apropiado son las catequesis en las iglesias, la educación religiosa en las familias o la actividad extracurricular en los centros educativos.
Ante el debate provocado acerca de la reciente propuesta de reforma educativa del ministro Wert -que ha indignado con razón a tantas personas con experiencia y competencia en el campo pedagógico del estado español-, me parece urgente expresar estas opiniones, insistiendo en que el tema de la clase de religión no es “cuestión de fe”, sino “cuestión de pedadogía” y también de poner en práctica la correcta separación de las iglesias y el estado en la sociedad laica, plural y democrática. (Para ello será necesario, más pronto o más tarde, hacer desaparecer el Concordato, que no se atrevió a denunciar, en contradicción con el programa de su partido, el gobierno anterior).
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