Diálogo entre ciencia y fe ante las cuestiones filosóficas de la física actual

http://www.unav.es/cryf/dialogoentrecienciayfe.html

 Mons. Józef Zycinski

Arzobispo de Lublin
Gran Canciller de la Universidad de Lublin, Polonia
Conferencia pronunciada en un Encuentro sobre Fe y Cultura, Sevilla, 14 de marzo de 1998

 

La visión cristiana de la integración cognoscitiva del cosmos

Una visión de gran integración intelectual, que tiene en cuenta tanto las reflexiones teológicas como los nuevos descubrimientos de las ciencias experimentales, ha quedado desarrollada detalladamente en la carta de Juan Pablo II dirigida al Padre George Coyne, escrita con motivo de los 300 años de la publicación de los “Principia” de Newton. El Santo Padre subraya en ese documento que su gran deseo es “que el díalogo entre ciencia y fe continúe y que se profundice y amplíe. En este proceso tenemos que superar cualquier tendencia regresiva hacia un reducionismo unilateral, los temores y el aislamiento impuesto por nosotros mismos.Es de particular importancia que cada disciplina enriquezca a otras y las inspire, para que, por un lado, se realicen en el grado más pleno llegando a ser lo que pueden ser, y por otro, contribuyan a nuestra visión de quiénes somos y quienes llegamos a ser” 10.

El mensaje de Juan Pablo II, dirigido el día 22 de octubre de 1996 a la Academia Pontificia de las Ciencias, concreta esas palabras en la imagen evolutiva de la naturaleza. El Papa subraya en él que la Academia Pontificia de las Ciencias constituye el “senado científico” de la Iglesia, que tiene como vocación el servicio a la verdad que hace posible un auténtico y sincero diálogo entre la Iglesia y la ciencia actual. En el umbral del tercer milenio, el cristiano no puede ignorar el papel excepcional de la ciencia en las transformaciones de la civilización actual. Ha de buscar respuestas constructivas a las preguntas acerca de las relaciones entre las visiones científica y religiosa del mundo, que preocupan a muchas mentes. En estas preguntas es difícil evitar la referencia a la problemática de la evolución. Juan Pablo II, al hacer la referencia a las anteriores declaraciones de Pio XII, subraya que no se puede tratar ya a la teoría de la evolución únicamente como una hipótesis. Las investigaciones científicas, desarrolladas independientemente entre sí, en diversas disciplinas, conducen a una conclusión común: muestran el universo en evolución como una realidad, y las diversas teorías de la evolución intentan explicar esa realidad. La variedad de tales teorías depende tanto de los diferentes supuestos científicos (por ejemplo, en la determinación de los mecanismos de la evolución), como de los distintos supuestos filosóficos, que inspiran una visión unitaria del mundo.

En la visión del Papa, la fe optimista en las capacidades intelectuales del hombre surge de la convicción de que la sabiduría del Creador es el fundamento último de la sabiduría y la creatividad humanas, y que el Creador comparte con sus críaturas la riqueza de sus dones, conduciendo al mundo, que está en evolución, hacia la plenitud divina. La fe del Papa en la razón y en las posibilidades cognoscitivas del hombre, sorprende con su optimismo en el panorama intelectual en el que domina el pesimismo del fin de siglo. El Santo Padre subraya que el cristiano, al someter a crítica las varias teorías propuestas sobre la evolución, ha de guiarse utilizando las reglas para explicar los textos bíblicos, y que se encuentran definidas en el documento “La interpretación de la Biblia en la Iglesia”, del 23 de abril de 1993. Este documento pone de relieve, entre otras cosas, que no se puede interpretar el relato bíblico de la creación literalmente. Por lo tanto, hay que rechazar las formas de interpretación propagadas en el llamado creacionismo científico o en diversas versiones del fundamentalismo. La interpretación del Papa seguramente desilusionará a todos aquellos que estimaban más su versión privada del tradicionalismo que la verdad objetiva. El cristiano que aprecia más los cómodos esquemas intelectuales que la obligación de la continua búsqueda de la verdad, introduce de esta manera un abismo dramático entre su perspectiva intelectual y Cristo-Verdad personificada.


 

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