Viaje Ecuménico de Benedicto XVI a Turquía

29 Nov 2006

 

http://www.conelpapa.com/benedictoxvi/29.htm

 

Por la manaña: Éfeso

Efeso, uno de los centros de las primeras comunidades cristianas donde residió tres años San Pablo. San Juan Evangelista vivió y murió allí. En el 431, se celebró en Efeso el Concilio Ecuménico que proclamó la maternidad divina de María.

En el santuario de Meryem Ana Eví (Casa de la Madre María), situado a 4 kilómetros de la ciudad. Acuden cada año a ese santuario unos tres millones de peregrinos, tanto católicos como musulmanes, para honrar a María.

El Papa tuvo un encuentro con la comunidad católica residente en Turquía, visitó el convento de frailes capuchinos del santuario y oró unos momentos en la capilla.

A las 12,00 comenzó la Santa Misa que celebró al aire libre

En la homilía, agradeció a Dios la maternidad divina de María, y afirmó que Efeso era uno de los lugares más queridos por la comunidad cristiana. Recordó las visitas a ese lugar de Pablo VI y Juan Pablo II; y evocó la figura del beato Juan XXIII, que fue representante pontificio en Turquía de 1935 a 1944.

 

Encuentro con el patriarca ecuménico Bartolomé I
en la Sede de Constantinopla (ahora Estambul)

 

Llegó el momento más ansiado de la visita: el encuentro entre el Papa y el Patriarca Bartolomé I. Cuando llegó el Papa repicaron las campanas del patriarcado.

Fue una ceremonia litúrgica llena de sentido ecuménico. Se cantaron siete antífonas, cinco de ellas del Salterio y dos de los textos del oficio nocturno bizantino del domingo. La ceremonia comenzó con la bendición inicial de la tradición bizantina: «Bendito nuestro Dios, ahora y siempre y por los siglos de los siglos».

El Papa y el Patriarca veneraron las reliquias de San Gregorio Nazianzeno y de San Juan Crisóstomo, antiguos patriarcas de esta sede, doctores de la Iglesia de Oriente y Occidente. Parte de estas reliquias se conservaban en la Basílica de San Pedro y fueron entregadas por Juan Pablo II al Patriarca Bartolomé I en la basílica de San Pedro hace dos años.

«Bendito el que viene en el nombre del Señor», dijo el Patriarca, al concluir la oración en la Iglesia patriarcal de San Jorge.

El Papa comenzó su discurso diciendo:

Me siento profundamente agradecido por la acogida fraterna que me ha ofrecido personalmente, así como el Santo Sínodo del patriarcado ecuménico y guardaré para siempre afectuosamente este recuerdo en mi corazón. Doy gracias al Señor por el don de este encuentro, lleno de buena voluntad y significado eclesial.

Para mí es un motivo de gran alegría poder estar entre vosotros, hermanos en Cristo, en esta iglesia catedral, mientras rezamos juntos al Señor y recordamos los importantes acontecimientos en los que se basa nuestro compromiso de trabajar por la unidad plena entre católicos y ortodoxos.

Que este encuentro refuerce nuestro mutuo afecto y renueve nuestro compromiso común para perseverar en el itinerario que lleva a la reconciliación y a la paz de las Iglesias.

 

 

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