A propósito del día de San Cayetano, un repaso por pedidos concedidos
Ana McCarthy, argentina que vive en Gran Bretaña, cada vez que viajaba de un país al otro perdía alguna valija…, hasta que descubrió a San Cristóbal y llenó sus maletas de estampitas. Agustín Capdevila andaba en su bicicleta desinflada por la Reserva Ecológica cuando una jauría lo empezó a correr. “San Roque, San Roque, que el perro no me toque”, gritó desesperado y los perros salvajes se dispersaron entre los matorrales. Sofía Gutiérrez, médica del barrio de Belgrano, guardaba en su corpiño una medalla de San Antonio para conseguir novio, pero un buen día la perdió y se puso de novia. Y ni mencionar la cantidad de devotos de San Cayetano que hoy, en su día, están visitando su iglesia de Liniers para pedirle trabajo.
Hay santos para casi todo: para apurar trámites, encontrar casa, para que una mujer quede embarazada, curar enfermedades y hasta para encontrar cosas perdidas. Y tal cantidad invita a armar un ranking, como lo hace Natalia, protagonista de la película Miss Tacuarembó: católica ferviente, colecciona estampitas de santos que pega en la pared de su cuarto según el orden de la semana: “Puesto número 3, Santa Rita, abogada de lo imposible. En el número 2 está Santa Ana, muy milagrosa, madre de la Virgen, y, como desde hace 12 semanas, el puesto número 1 es para él, San Expedito, legionario romano, el santo más lindo, abogado de las causas urgentes”.
Más allá de la ficción, en nuestro país el que encabeza el ranking de popularidad, sin duda, es San Cayetano, que todos los 7, y especialmente en agosto, cientos de miles de fieles le piden favores y agradecen. Rosa Canteros, empleada doméstica que trabaja en Barrio Norte, es una de ellos. Todos los 7, esta chaqueña nacida cerca de Presidencia Roque Sáenz Peña va de su casa, en Lanús, al santuario de Liniers llevando consigo los pedidos de familiares, amigos y vecinos, y por supuesto los propios.
“Le pido que no les falte trabajo a mis patrones, los Funes. Y también agradezco porque siempre me sobró trabajo”, cuenta. Razones para agradecer no le faltan: desde que empezó a trabajar para ellos, hace 20 años, su trabajo se multiplicó según se iba multiplicando la familia. “Los rezos por mis patrones me volvieron con creces ?confiesa?. Estoy feliz por eso.”
Otro santo que está en el top ten del ranking es San Expedito, patrono de las causas justas y urgentes. A propósito, Delita Larguía, una relaciones públicas de Recoleta, cuenta: “Hace unos años tenía que tramitar un permiso para radicarme en Australia y el día del trámite mi madre me dio una estampita del santo con una novena. Me dijo: Rezale, él ayuda en esta clase de cosas”. Larguía le rezó un día, pero después se olvidó y no completó la novena. Después de ocho meses estaba en lo de una amiga y quiso revisar en la computadora cómo iba su trámite. En el mismo momento en el que leía y festejaba que le habían dado el permiso, su amiga, con la que nunca había hablado de santos, le preguntó: “¿Oíste hablar de San Expedito?”
El abogado Eduardo Schweitzer también tiene algo para contar: quería comprar un departamento para vivir con su familia. Justo para esa época salieron los créditos de inquilinos del Banco Nación, pero muchos eran los que lo solicitaban y muy pocos los elegidos. “Le pedí ayuda a San José. Un día me avisaron del banco que me lo habían adjudicado. Era el 19 de marzo, día de San José,”, se acuerda, todavía asombrado, Schweitzer, que al poco tiempo tuvo una hija y la llamó Josefina.
San Fanurio, también
Puesto a meditar sobre la costumbre de pedir a los santos según sus especialidades, el sacerdote Matías Jurado dice: “Todos tenemos la experiencia de buscar ayuda de alguien para temas puntuales. Cuanto más sepa sobre el tema, más útil será la ayuda. Y al momento de pedirle algo a Dios creo que nos pasa algo semejante y preferimos pedírselo a través de esos amigos suyos, que durante su vida tuvieron algo que ver con el tema en cuestión”.
Por eso, para encontrar algo perdido, por ejemplo, mejor recurrir a San Fanurio. Desde Bariloche, María José Ferrari lo recomienda: desde que le pidió por primera vez, el santo la ayuda a encontrar lo que sea. “El da una mano para encontrar las cosas perdidas. En diciembre último me caí y se me rompieron dos dientes. Le llevé un pedacito al dentista, pero se le cayó por la cañería. Entonces invoqué a San Fanurio, desarmamos la pileta y ahí estaba el pedazo de diente”, recuerda Ferrari. Pero todavía le faltaba una parte de la otra paleta. Volvió a rezar y muy rápidamente la encontró entre las hendijas de madera del piso de su casa. “Siempre lo invoco y siempre le agradezco. Supuestamente hay que rezarle tres padres nuestros después del hallazgo, pero yo le llegué a prometer hasta 1000. Y cumplí”, asegura.
Aunque, claro, a veces los santos especializados en un tema pueden dar una sorpresa en otros asuntos. Como Santa Teresita del Niño Jesús, tradicionalmente conocida como patrona de las misiones. María Angélica Paats tenía 17 años cuando tuvo peritonitis. Su estado era tan malo que no podían llevarla hasta un hospital, así que los médicos improvisaron un quirófano de urgencia en su casa, en Belgrano.
Un allegado a la familia cayó con una reliquia de Santa Teresita del Niño Jesús. La pusieron debajo de la almohada y a la mañana siguiente María Angélica estaba totalmente curada. El hecho causó tanta impresión que su padre, el holandés Carlos Paats, protestante, se convirtió al catolicismo.
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