tercer día de la creación
Lección 2: Formación de la galaxia
La formación de la galaxia Al hablar de la creación, más que relatar acontecimientos que tuvieron lugar hace miles de años, nos sumergimos en un proceso que está sucediendo cada día en el interior de cada uno de los seres humanos. La creación es un ser vivo, latente, que nace, crece y se desarrolla con cada nuevo día. Es un proceso maravilloso que ayuda a despertar la conciencia, que impele a sentir la vida, a saber que se evoluciona. Es importante mostrar una actitud abierta, de participación, de integración, de sentirse parte de un todo, en el cual aportando un granito de arena ayudamos a que evolucione el planeta. El trabajo de Dios consistió en mezclar las doce esencias zodiacales para formar con ellas todo lo que hoy existe en la galaxia. Para llevar a cabo su plan, dividió su espacio en siete planos y se fijó un plazo de siete Días Cósmicos para llevar su obra a la perfección. Desde un punto de vista humano parece un plazo muy corto para tanto trabajo, pero los conceptos de espacio y tiempo que maneja Dios son distintos de los que empleamos nosotros, mucho más amplios. Buscando una aplicación práctica de esa división podríamos decir que si Dios ha dividido su obra en etapas, nosotros también deberíamos fraccionar nuestro trabajo en fases y fijar para cada una de ellas un plazo determinado. De esta forma conseguiríamos que los proyectos estuvieran organizados siguiendo un esquema natural. Los espíritus vírgenes En el primer Día, Dios se dividió en pequeñas fracciones, como si hubiera creado muchas sucursales de su empresa... A esas filiales o sucursales les llamó Espíritus Vírgenes. Es un poco como si Dios se hubiera dividido en millones de pequeñas partículas, como sucede cuando se enciende una bengala. A esas pequeñas partículas se les ha confiado la misión de colonizar la galaxia, como lo hacían los exploradores, para recoger información acerca de sus particularismos. Gracias a esta investigación, Dios se nutre y eleva su nivel de conciencia para poder mejorar su obra. Los espíritus Vírgenes, o sea, las chispas divinas, han ido bregando durante mucho tiempo hasta adquirir un cuerpo y una conciencia individualizada: el ser humano actual. Primer día de la creación La presente humanidad empezó su evolución en el primer Día de la Creación y su estado era entonces el de esa chispa que hemos descrito. El nivel de conciencia de esas chispas en el primer Día era semejante al que pueden tener los actuales minerales, o sea, muy básico. Se podría decir de alguna manera que los humanos actuales, fueron los “minerales” de ese primer Día. Resulta un poco más complejo, pero hacemos esta comparación para dar una idea aproximada del nivel de conciencia, que era muy elemental. Es como si estudiáramos una lengua extranjera, el francés, por ejemplo, podemos alcanzar un nivel de aprendizaje de un francés, pero sin ser francés. Tras el Primer Día de la Creación, vino una Noche Cósmica, que debe entenderse como un periodo en el que Dios asimila las experiencias de ese Día que se prolongó por espacio de miles de años terrestres. Es como pararse para reconsiderar todo lo experimentado. Si lo aplicamos de forma práctica, este punto induce a utilizar la noche para realizar tareas de reconsideración y asimilación de las experiencias vividas durante el día. Años atrás se utilizaba un dicho que proclamaba: “consúltalo con la almohada”. Noche y día forman una unidad inseparable, la noche siempre debería estar asociada a la toma de decisiones. Sería ideal que dejáramos pasar como mínimo una noche antes de tomar una decisión importante. Para practicar el dicho es preciso dormirse pensando en el asunto que nos preocupa, formulando mentalmente la pregunta sobre su viabilidad. Al despertar, la noche habrá depositado la respuesta en nuestra conciencia a través de los sueños. Si nos cuesta recordar lo que hemos soñado, debemos prestar atención a las anécdotas que sucedan durante el día siguiente al que hemos realizado la pregunta, fijarnos en los detalles llamativos. Si nos seduce un anuncio, debemos escuchar su mensaje y tratar de relacionarlo con la pregunta; o si es una valla publicitaria la que dice “adelante”, sabremos que forma parte de la respuesta. El universo siempre contesta, lo que ocurre es que a menudo queremos que nos escriban la solución en la agenda. Max Heindel, un filósofo del siglo XX, cita la retrospección como un ejercicio importante que debería realizarse a diario (Concepto Rosacruz del Cosmos (Ed. Kier). Se efectúa acostado en la cama (aunque puede realizarse sentado para prevenir el sueño repentino), justo antes de dormirse y consiste en recordar todos los acontecimientos que han conformado el día, pero empezando por el último y acabando por el primero. Lo significativo de este ejercicio es analizar las vivencias (sobre todo en el ámbito emotivo) que se han generado en los demás y las que ellos nos han llevado a vivir, intentando, claro está, tomar conciencia de las actitudes que podemos cambiar en nosotros, para que, si se vuelve a plantear una situación similar, seamos capaces de reaccionar de otra manera. Segundo día de la creación Al despertar Dios de su “sueño”, se inició el Segundo Día de la Creación, en el que el nivel de conciencia de los espíritus virginales se elevó: llegó a parecerse al de los actuales vegetales. Significa que aumentaron su nivel de conocimientos. Es como si las sucursales hubieran adquirido patrimonio. En ese Segundo Día, nacería al mismo tiempo una nueva Oleada de Vida, que iba a ocupar el puesto inicial de los espíritus virginales, es decir, Dios volvió a desprenderse de más chispas. La tierra estaba entonces poblada de minerales y vegetales. De ello también puede desprenderse una enseñanza en el ámbito práctico: que en la vida ordinaria, las cosas también cambian de un día para otro. Aquello que en una jornada era "mineral", en la siguiente pasará a ser "vegetal." Afinando un poco más, los rencores, mal humor, tristeza de un día deben morir con él, siguiendo las consignas del cosmos, que se modifica día a día. Lo que ayer era verdad, hoy ha evolucionado y puede haber dejado de serlo o ser sólo una verdad a medias. Cada día surgen nuevas certidumbres, engendradas por el constante progreso y el ser humano debe asimilarlas y renovarse, de lo contrario, si se agarra a verdades caducadas u obsoletas, aunque éstas sean muy elevadas, estará desconectándose del latir del cosmos, con la posibilidad que ello entraña de perturbar el orden universal. Debemos afrontar cada nuevo día como si acabáramos de nacer. El movimiento puede dar sensación de inseguridad, porque adquirimos confianza a medida que dominamos una situación; emulamos a nuestros mayores con la esperanza de conseguir lo mismo que lograron ellos; la sociedad nos empuja a repetir patrones. Un nuevo comienzo cada día sería como vaciarse, como renunciar a una parte de nuestro patrimonio. Pero en realidad a lo único que renunciamos es al apego que nos genera ese patrimonio. Es preciso aprender a extraer de cada experiencia su significado, para luego salir en busca de otra. Es cierto que el avance produce inseguridad porque nos obliga a abandonar una posición de dominio, pero la evolución de basa en el avance constante. Además, cuando nos detenemos sentimos frustración y a menudo caemos en estados depresivos. Tercer día de la creación Vino una nueva Noche Cósmica, a la que siguió un nuevo despertar al Tercer Día de la Creación. En ese Día, el nivel de conciencia de los espíritus virginales pasó a asemejarse al de los actuales animales. Por otro lado, la Oleada de Vida que inició su evolución en el Segundo Día -la de los minerales- también evolucionó paralelamente y adquirió un nivel de conciencia parecido al de los vegetales. Mientras tanto, una nueva Oleada de Vida iba a iniciarse en ese tercer Día, situándose en el lugar de los actuales minerales. En cada uno de esos días cósmicos Dios se fue desprendiendo de su propia esencia para engendrar una nueva oleada de vida, como si fuera pariendo camadas. Éstas van evolucionando y así, a medida que crea una nueva, la anterior adquiere otras experiencias. Es como si una mujer tuviera un hijo y mientras éste consigue un título universitario, engendra otro. Es importante recalcar que en este Tercer Día, los primeros Espíritus Vírgenes adquirieron autonomía en el universo, ya que los animales, a diferencia de los minerales y vegetales, disponen de la posibilidad de moverse. Con el número tres se activa el movimiento. Se podría pues afirmar, en un orden práctico, que cuando se llega a la tercera fase de cualquier proyecto, es el momento de moverse, de pasar a la acción, de llevar a la práctica la obra plantada en la primera fase. Cuarto día de la creación Otra Noche Cósmica y al despertar, nos situamos en el Cuarto Día, en el cual estamos viviendo en la actualidad, en el que nosotros, los Espíritus Vírgenes del Primer Día, hemos conquistado la autoconciencia y nos encontramos en la fase humana. La Oleada de Vida que inició su evolución en el Segundo Día, tras haber pasado por el estado que podríamos llamar vegetal (en el tercero), en este Cuarto Día pasa por el estado animal, son los actuales animales. La Oleada que inició su evolución en el Tercer Día, son nuestros vegetales actuales. Y la nueva Oleada que inicia su andadura en ese Cuarto Día, son los minerales actuales. En el Cuarto Día, la Obra Divina alcanza sus objetivos de exteriorización. Podemos decir pues que es el momento justo para que los proyectos e ideas den sus frutos. Es un período en el que tenemos que recoger el resultado de lo sembrado el primer Día. Si hemos cuidado bien nuestra obra, el fruto será abundante y apetitoso y puede dar lugar a la plantación de una nueva semilla. Pero, a partir de este momento, tendría que iniciarse el gran repliegue: el hombre, después de haber trabajado en la transformación de la naturaleza exterior, debería emprender las tareas de metamorfosis de su naturaleza interna. Significa que a una edad determinada, que simbólicamente se sitúa alrededor de los cuarenta y dos años, debido a que nuestro ciclo medio de vida es de ochenta y cuatro años, llegando a la mitad de su existencia el ser humano debería invertir la orientación de su vida. Si hasta entonces ha luchado por crecer, enraizarse, conseguir un trabajo estable, fundar una familia, tener éxito..., lo cual podría entenderse como un acercamiento a la materia, después de haberlo conseguido debería iniciar la senda contraria, encaminarse hacia el espíritu, profundizar en su personalidad, conocerse mejor, liberarse de las ataduras. Quinto, sexto y séptimo día de la creación El Quinto, el Sexto y el Séptimo Día forman parte de nuestro futuro. En el Quinto Día, conquistaremos la omnisciencia, seremos ángeles, seres de luz más evolucionados que carecen de cuerpo físico; en el Sexto, empezaremos a dirigir la evolución de los seres animados y en el Séptimo habremos conquistado la categoría de Dioses Creadores y nuestro Dios podrá descansar y retirarse para cedernos las riendas de la galaxia.
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