ARCO IRIS

Génesis 9, 13-17

Néstor BORRI

  

 

 

crear de nuevo,
cuidar la vida,
saberse de paso,
temblar de veras,
honrar los errores;
 
ninguna otra
y todas estas
son las estrategias del arco iris;

 
Crear de nuevo.
 
Después del diluvio,
pasada la tormenta,
el dios antiguo
renueva su compromiso creador,
pone el arco como recuerdo
de ese compromiso,
de esa pasión compartida por crear, cuidar, creer;
 
bajarse del arca,
haber aprendido a compartir ese espacio pequeño sobre las olas
en el mar sin caminos ni llegada,
sin puertos,
ni fin, ni principio,
ni dirección;
 
hacer sentido allí,
en ese abismo,
marcar la forma en el movimiento que no cesa;
 
hacer sentido ahí
es saber estar cerca,
acercar los saberes,
saber de las cercanías,
sus roces,
confrontaciones,
conflictos y agonías,
contrastes;
 
con el camello,
la hormiga,
el elefante y las bacterias,
todos en el mismo barco;
 
saber que
estamos en el mismo barco,
cuidar lo creado,
saberlo
de cerca ponerle el cuerpo,
ver que finalmente
somos ese mismo cuerpo que ellos
en un arca de Noé,
no somos tan diferentes
estamos igual de encerrados
y vamos igual de navegantes;
 
quizás el cuervo,
quizás la paloma,
puedan desprenderse,
pero esas alas también
como las del pensamiento y la palabra
necesitan volver al arca
del encuentro ,
al árbol sin raíces,
a la casa sin cimientos,
a la deriva por el tiempo,
pero hecha casa por la cercanía
y por la voluntad
de cuidar,
de habitar cercanos,
hacer de la condena apuesta
y del tiempo y en el tiempo
que dura la catástrofe,
disfrute
y encuentro;
 
un saber de las cercanías,
una cercanía de los saberes,
es la que se gesta en una nave tan pequeña
del elefante y las bacterias,
de dos generaciones y de tres,
de machos y hembras,
varones y mujeres,
de todas las razas,
Cam, Set y Jafet,
todos la misma familia;
 
tan distintos y sin embargo,
todos en el mismo barco
 
habiendo aprendido
a hacer cercanía,
a acercar los haceres;
es posible bajar
y saber ver el arco iris
para cuidar la vida
en su desmesura y sus limites,
su fragilidad y su despliegue,
la fragilidad nos hace entonces
frugales y felices
 
después del diluvio,
“yo pongo el arco para que recuerden mi compromiso con vosotros”;
 
la puesta la apuesta es
una joya en el cielo,
un misterio de colores,
un velo siempre yéndose,
un juego siempre velado
entre nubes y lluvia,
en el borde la tormenta y lo soleado,
entre la furia y la calma
pero nunca en uno sólo de sus lados;
 
apuesta a crear de nuevo
con estos hombres equivocados,
con la equivocación de estos hombres,
es un dios raro el del arco iris
después del diluvio
ese dios
crea de nuevo
no otros siete días,
no él solo de la nada,
sino esta vez,
con estos hombres
que deben recordar que están comprometidos
a hacer historia,
a poblar y pueblear otra vez,
a probar esta vez
creación ya no de la nada,
sino de lo que anda,
sino de las ruinas,
de errar y vagar,
o sea de errar y errar
errantes y equivocados
de la materia,
del fracaso,
y también de la muerte
y de los acasos;
 
hacer memoria
a partir de ahí,
ya no es la creación cosmos,
es la creación historia,
la del hombre
que debe,
que puede recordar,
y por si acaso,
por si olvida
la belleza del arco desplegado,
le recuerda la belleza,
le embellece los recuerdos y lo hace ir hasta ahí,
lo vuelve deseo,
pero a un arco iris
nunca se llega,
un arco iris
siempre está adelante,
siempre está y no está,
a su estar lo funda el verlo y sin embargo
es puro reconocimiento;
 
se deja ver y apenas….,
pero no se deja tocar,
no se deja atrapar;
un arco iris recuerda,
nos recuerda
que la sed de belleza
hace andar
 
un alba diferente
todos los colores
puestos en el cielo
 
para recordar el compromiso
de crear de nuevo;
 
pero la novedad sabe del fracaso y de la muerte,
tiene las huellas del diluvio
y en los bordes del diluvio en que está apoyada
así se inauguran el tiempo y el compromiso
 
para crear de nuevo,
hay que temblar de veras,
nadie ve si no tiembla
como el fondo de los ojos para captar la diferencia,
solo ver diferencias es ver,
ver es ver diferencias,
lo que no tiembla no se ve
y no puede ver lo que no tiembla
por eso el fondo de los ojos
y todo lo vivo
tiene que temblar,
más vale saber
que lo quieto no se ve no se sabe
y que ser es temblar;
 
temblar es saberse frágiles,
contingentes,
mortales,
que las cosas mortales convienen a los mortales,
la dignidad de nuestros límites,
la gloria de nuestra precariedad
y la precariedad de nuestra gloria,
todo eso
nos recuerda el diluvio
y o nos diluvia los recuerdos,
para el caso es lo mismo,
en todo caso la memoria
de que podemos destruir, diluviar, inundar
todo un mundo,
el nuestro
y a nosotros mismos con él;
 
honrar por eso
los errores,
el fracaso,
aprender es eso;
no aprende quien no crea,
no crea quien no cree,
no sabe quien no aprende,
no aprende quien no erra,
en eso es que somos historia
y así es que la historia nos hace;
 
cuando vean el arco en el cielo recuerden
chocar memoria y belleza
es lo que hace la historia,
el diluvio detrás y el horizonte de colores delante,
lo que este le pregunta a aquel
eso es la historia de los hombres
lo que aprendemos en ese borde,
ese borde somos;
 
sumar las luchas,
luchar bellezas,
juntar miradas,
tenerse en cuenta,
hacer horizonte
y saber partir;
 
por eso es que
la bandera arco iris
es la bandera
de los que quieren organizar de otra manera la economía,
los bienes del mundo,
el reparto del pan y la palabra,
 
de los que luchan por la paz,
 
de los que aman diferente y ponen el cuerpo de otra manera,
 
de los que cuidan el planeta y en él el cosmos entero,
 
de todos los que suman luchas,
o luchan por sumas,
de los que están por la belleza y por ella pelean,
de los que saben que cada uno ve un arco iris diferente
y en un lugar distinto,
pero se tienen en cuenta sabiendo
que esa variedad de la mirada es la que hace horizonte,
mueve el camino y
transforma el mundo,
lo hace,
lo inventa;
esa variedad es el mundo,
los mundos son el mundo;
 
un arco iris
siempre dura
poco tiempo
pero todo el tiempo
se despliega como un arco iris:
si se recuerda
el compromiso fresco,
colorido y marcado
de tormentas y de barcos;
si se recuerda
la promesa,
la apuesta renovada,
desafiante y aventurera,
el desafío y la respuesta
que esperan en ese arco;
 
crear de nuevo,
cuidar la vida,
saberse de paso,
temblar de veras,
honrar los errores,
 
sumar las luchas,
luchar bellezas,
juntar miradas,
tenerse en cuenta,
hacer horizonte,
y saber partir;
 
casi algunas,
ninguna otra
y todas estas
son las estrategias del arco iris.

 

Néstor Borri

Buenos Aires, Argentina

 

 

 

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