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BIBLIA Y MEDIO AMBIENTE. |
La primera frase que encontramos al inicio de la Biblia es lindísima: “En el comienzo Dios creó los cielos y la tierra” (Génesis 1,1). Este enunciado nos recuerda que la creación pertenece a Dios, que todo lo que existe sobre el universo y en la tierra tiene su origen en Dios y El es el Señor de la creación (Colosenses 1, 16) Por: Nelson Figueroa A.
La primera frase que encontramos al inicio de la Biblia es lindísima: “En el comienzo Dios creó los cielos y la tierra” (Génesis 1,1). Este enunciado nos recuerda que la creación pertenece a Dios, que todo lo que existe sobre el universo y en la tierra tiene su origen en Dios y El es el Señor de la creación (Colosenses 1, 16) Dios todo lo hizo de una manera extraordinaria y por eso consideramos que la creación es la gran casa del Señor y que la tierra y sus bienes son un don de Dios. Todo lo que existe tiene su razón de ser y todo esta integrado el uno al otro en una esplendida armonía universal. Si algo ocurre con algún ser de la naturaleza grande o pequeño toda la creación lo siente. Hoy todavía son pocas las personas que tienen conciencia de la grave crisis ambiental en que vivimos. La gran mayoría todavía no ha sido capaz de escuchar los “gritos de la creación” como el “grito de Dios”, ni de ver los destrozos que hemos cometido contra la naturaleza como las “heridas de nuestro Dios” En este proceso de sensibilización, de reflexión y de “abrir los ojos a la gente” nos encontramos inmersos un conjunto de instituciones e iglesias a través de la Red Uniendo Manos contra la Pobreza. La Red Peruana Uniendo Manos contra la Pobreza es una institución ecuménica compuesta por iglesias, ONGs, y organizaciones civiles que está buscando fortalecer su eje espiritual y de cultura ética impulsando una reflexión teológica desde sus bases. Para eso, quiere involucrar a sus feligreses, a los miembros de sus comunidades, a las poblaciones con las que trabajan y, también, a sus propias instituciones, tanto de Lima como en las diversas regiones del país en el tema del cuidado del medio ambiente desde una perspectiva de fe, misión y acción integral. Por ese motivo, la Red ha impulsado recientemente entre sus asociadas (pobladores, jóvenes, pastores, dirigentes, campesinos, maestros y estudiantes) una serie de jornadas de reflexión bíblica sobre la grave situación ambiental que viven sus comunidades. Estas jornadas llevan el titulo de “La Creación y el cuidado de la naturaleza” y se han desarrollado en la Ciudad de Lima (Cono Este y Cono Norte), en la ciudad de Huacho y en localidades de la Sierra Central del Perú (Huancavelica, Huancayo, La Oroya) y han involucrado, en gran medida, a comunidades cristianas pertenecientes a iglesias evangélicas, grupos de católicos y laicos comprometidos. Las instituciones convocantes y anfitrionas de estas jornadas fueron: Paz y Esperanza, Iglesia Luterana del Perú y la Iglesia Luz y Vida (Cono Este). Iglesia Fraternidad y Vida, el CEPS y El Día del Pueblo (Cono Norte), Instituto Tierra y Mar (Huacho), Atiypaq (Huancavelica), CEDEPAS (Huancayo) y Filomena Tomaira Pacsi (La Oroya). Para realizar este trabajo, la Red Uniendo Manos contra la Pobreza ha formado un equipo interinstitucional y ecuménico compuesto por el pastor Abdías Echevarría de la Iglesia Fraternidad Cristiana Vida, el señor Nelson Figueroa del CPDR El Día del Pueblo (católico), el pastor Rodrigo Maslucán de la Iglesia Evangélica Peruana Misionera Luz y Vida, el pastor Eduardo Arbocó de la Iglesia Fraternidad Cristiana Vida, el pastor Pedro Bullón de la Iglesia Evangélica Luterana del Perú, el señor Conrado Olivera Director Ejecutivo de la Red Uniendo Manos (católico) y los pastores Oscar Jo y Renán Sánchez del Instituto Nueva Creación, una organización aliada de la Red en este proceso de reflexión. Siguiendo la metodología del Ver, Juzgar y Actuar de la Acción Católica que los obispos latinoamericanos rescataron en la ultima Conferencia Episcopal de Aparecida, partimos siempre de la realidad recogiendo el testimonio de los participantes para ver lo que esta sucediendo con el medio ambiente en cada lugar donde hicimos las jornadas. A partir de eso, buscamos grupalmente las causas que originan estos problemas y, finalmente, subrayamos nuestros compromisos para ir enfrentando los problemas medioambientales desde lo más pequeño y cotidiano.
Relata el Génesis que Dios, al amanecer del sexto día, después de haber realizado la creación, “… vio Dios que todo esto era bueno” (Génesis 1,24). Con esta frase Dios aprobó su maravillosa obra. Fue así que Dios, el Señor de toda la creación (Salmo 23.1; Salmo 115,16), puso ante los ojos de la humanidad toda la grandiosidad y magnificencia del universo. Sobre la buena tierra hizo desfilar un imponente conjunto de variadas especies animales además, de “las bestias del campo” y de “vistosos pájaros del cielo”. Y como demostración de su amor y sabiduría (Salmo 104,25) nos entregó, a toda la humanidad, la administración de la naturaleza y el usufructo de todo lo creado (Génesis1,28). Actualmente, podemos hacer un balance de lo que hemos hecho con nuestra naturaleza y medio ambiente. Los participantes en las jornadas tuvieron la oportunidad de describir las diversas situaciones y problemas ambientales que las poblaciones y comunidades viven en las diversas ciudades visitadas de la región central del Perú. Veamos esa cruda realidad.
b.- Ciudad de Huacho (13 m.s.n.m.) El río Huaura cada vez trae menos agua, hay escasez y quiebra del ciclo del agua. c.- Ciudad de Huancavelica (3,680 m.s.n.m.) La contaminación del río Ichu y sus afluentes por los desagües y el arrojo de basura de la ciudad. d.- Ciudad de Huancayo (3,260 m.s.n.m.) El deshielo del nevado Huaytapallana a consecuencia del calentamiento. e.- Ciudad de La Oroya (3,750 m.s.n.m.) La Oroya ocupa el quinto lugar de las ciudades más contaminadas del mundo. ¿Qué reflexiones se nos viene a la mente después de ver este panorama tan desolador de una tierra que clama y gime? (Romanos 8,22) En primer lugar, debemos reconocer que el conjunto de la creación es obra y expresión de la sabiduría de nuestro Creador; que es bella y buena porque todo lo que Dios hizo “estaba bien” (Génesis 1, 25; Salmo 8; Salmo 103) Segundo, que nuestra relación con la naturaleza se ha vuelto cada vez más conflictiva y que de esta situación todos somos culpables por convertir la creación en un símbolo de muerte en vez de un símbolo de vida (Oseas 4,3; Deuteronomio 28) Tercero, como cristianos “dejemos nuestros corazones duros” (Salmo 95, 7-8) dejemos de ser indiferentes y más bien aprendamos a saber escuchar y observar todo lo que sucede a nuestro alrededor. Tener la capacidad de sorprendernos con todo lo que esta ocurriendo con la creación y la naturaleza. Y lo que nos sorprendió en la ciudad de La Oroya, fue la participación en la jornada del señor Clemente Galarza. El vive en La Oroya Antigua; él nunca trabajo en un socavón, ni en ninguna de las instalaciones de refinación de minerales que tiene la Doe Run, pero se encuentra enfermo. Tiene plomo en la sangre en cantidad de 38 microgramos de plomo por decilitro de sangre, es decir, dos veces más de lo permitido en un adulto a nivel mundial. Sencillamente, el señor Clemente se enfermó por respirar el aire contaminado con cientos de metales pesados y tóxicos que, también, respiran cada día miles de pobladores de esta ciudad andina. La Oroya tiene el triste record de ser la quinta ciudad más contaminada del mundo. ¿Pero, a pesar de todo esto, tenemos motivos suficientes que nos permiten sonreír en un mundo que está hecho un desastre? ¿En un planeta tierra que está a punto de colapsar? Felizmente que si y el apóstol Pablo nos invita, a pesar de todo, a estar “siempre alegres”, a “mantener la esperanza” (Romanos 15, 4-9) porque en esa época que le tocó vivir la iglesia de Tesalónica no estaba establecida en un mundo mejor que el nuestro. Los cristianos tenemos esperanza de que podemos lograr un mundo diferente con un nuevo orden medioambiental, una tierra en la que se pueda vivir y eso nos da suficientes motivos para alegrarnos…
Cuando uno lee en la Biblia los relatos de la creación nos damos cuenta que el universo, el cosmos, la tierra, los océanos, los bosques, la humanidad, Dios y todo lo que existe están relacionados entre si. Antes que separación hay integración, por eso, la tierra esta vinculada a la humanidad, a hombres y mujeres porque hemos sido formados de la tierra. Esto significa que la humanidad forma parte del proceso de vida de la naturaleza. De allí que nuestra existencia y la de futuras generaciones dependen de nuestra relación armónica con la tierra. Durante las jornadas los participantes determinaron una serie de causas por los cuales el medio ambiente en el que viven se encuentra en una situación de crisis. Aquí el resumen: La falta de una educación y cultura ambiental en el hogar, la escuela, la comunidad y en nuestras iglesias. Es importante señalar que muchos participantes señalaron que entre las causas que han contribuido a profundizar la crisis ambiental que vivimos esta en que los cristianos hemos dejado de asumir nuestra responsabilidad de cuidar la creación y el medio ambiente. Y esto por muchas razones: por falta de una educación ambiental bíblica en nuestras iglesias, por la indiferencia frente al tema o por haber dedicado más tiempo a mirar más lo espiritual que la vida terrenal a nuestro alrededor.
¿Qué hacemos frente a esa terrible situación ambiental que afecta a nuestras comunidades? Ya es hora de ponerse las pilas, “dejemos las actividades propias de la oscuridad y revistámonos con las armas de la luz” dice Pablo a los cristianos de Roma. Y para quienes acostumbramos a “dormirnos” para no tener que afrontar la realidad escuchamos “estén en vela” (Mateo 25,13) “no estén dormidos” (Marcos 13, 36) que son las llamadas de atención del Señor Jesús en los Evangelios. El profeta Isaías también nos pide que “caminemos a la luz del Señor”. Estos textos nos invitan a sacudirnos de nuestra indiferencia, de nuestro conformismo y egoísmo. Nos llama a sacar a los cristianos de la cama y del adormecimiento. A poner el despertador en tono alto para llamar la atención a los indiferentes y pasivos. No esperemos que el “último día” nos caiga encima. Y por eso, los cristianos estamos llamados permanentemente por Dios a la conversión, es decir, al cambio radical de mentalidad y de actitudes. Hoy más que nunca, frente a la crisis ambiental que sufre nuestra tierra escuchamos la voz de Jesús que nos dice “cambien sus caminos” (Marcos 1,15) Estamos llamados a convertirnos, a reconciliarnos con la naturaleza para salvar nuestro planeta tierra. Y la conversión abarca a nuestra persona en su totalidad: pensamientos, corazón, mirada, palabras, conducta y, además, determina un cambio de rumbo en nuestras vidas. Dejar de maltratar y de destruir el medio ambiente, la Creación. Creemos que solamente con la aparición de nuevos cristianos, con corazones de carne, “enriquecidos en todo” como dice Pablo y preocupados por el cuidado de la naturaleza (Proverbios 12, 10; Génesis 2,15) podremos empezar a construir algo distinto. Solo así asumiremos el compromiso de hacer que suceda algo nuevo sobre la tierra en el tema del medio ambiente. “Este es el momento preciso” nos anuncia Marcos (Marcos 13, 33-37) para atrevernos a salir a reparar lo que gime alrededor nuestro. Fue aquí precisamente que los participantes en las jornadas asumieron sus compromisos personales frente a los problemas ambientales que sufren. Me comprometo a educar e informar en mi familia, vecinos y comunidad sobre el cuidado del medio ambiente Como vemos, el tema del medio ambiente y el cuidado de nuestra tierra no es un asunto del que deben ocuparse únicamente “los grandes del mundo”. La salud de nuestra casa, la tierra, es una cosa demasiada seria como para dejarla solo en manos de los gobernantes, de aquellos que se reúnen en grandes conferencias o cumbres mundiales. El bienestar de la tierra nos debe movilizar a todos nosotros, los pequeños, los pobres y pudientes. A todos sin distinción. Nadie esta dispensado de esta tarea, todos somos útiles. Se trata de resolver la situación de crisis, de no perder la cita con el presente y de construir un futuro distinto. Vivamos este momento como una posibilidad nueva para construir una tierra sana y verde. Cada uno de nosotros debe de salir al frente para afrontar lo que contamina el planeta y nuestras armas deben ser el perdón, la tolerancia, la comprensión, el respeto, la paciencia, la bondad y la confianza. Dios nos ha otorgado a los hombres y mujeres una gran responsabilidad que no debemos evadir (Génesis 2,15). Somos los llamados a administrar la creación, la naturaleza y sus recursos con gran responsabilidad (Juan 10,10; Éxodo 23,11-12).
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