Fue un día cargado de emociones, primero con los cardenales ante los que prometió obediencia al próximo Papa. Después, con las personas que más cerca de él han estado en estos ocho años. Y para terminar, con los fieles congregados en Castelgandolfo que, en representación de los del mundo entero, atendieron a esas últimas palabras del Papa que se retira a rezar por la Iglesia. Desde las ocho de la noche de ayer, es Papa emérito.
Los quince largos minutos que tardó el helicóptero en trasladar a Benedicto XVI desde el Vaticano hasta Castel Gandolfo han servido para que la Iglesia se uniera en oración a un Papa que, tras meditada reflexión, deja la Sede de San Pedro en manos fuertes y se retira en oración porque el Señor lo ha llamado al Monte y es allí donde dará un mejor servicio a la Iglesia.
Con la serenidad que ha mostrado en todo su Pontificado, Benedicto XVI se ha despedido primero de los cardenales que estaban en Roma, uno por uno, tras decir unas importantes palabras que no solo apuntan a cuál será su nuevo papel, sino que sirven como catequesis para todos los fieles: se debe en obediencia al próximo Papa. Si ya había anunciado que permanecerá oculto al mundo, esta nueva explicación muestra cómo él entiende que no debe interferir en modo alguno en el obrar del nuevo Pontífice elegido por el impulso del Espíritu Santo sobre los cardenales.
A pesar de la expectación generada, los últimos minutos del Papa en el Vaticano como Santo Padre -volverá en poco tiempo en calidad de Papa emérito, para recluirse en un convento- han sido extraordinariamente sobrios. Sin perder la sonrisa, se ha despedido de numerosos colaboradores, de cardenales y otros miembros de la curia para subirse después en el helicóptero que lo ha trasladado a la residencia de verano de los pontífices y que será su casa por un tiempo.
La llegada a Castel Gandolfo, con saludo de las autoridades civiles y eclesiásticas, ha sido tan escueta que, al cruzar el umbral de la puerta ni tan siquiera se ha girado. Pero reservaba aún unas últimas palabras, marcadas por el cariño a la Iglesia y el amor a Dios. Desde uno de los balcones de Castelgandolfo, sin papeles, ha agradecido a todos su presencia y su cariño. "Soy un peregrino que inicia la última etapa de peregrinación en esta tierra", ha explicado. "Vamos adelante juntos, con el Señor, por el bien de la Iglesia y del mundo. Con todo mi corazón, mi bendición en el nombre del Padre, del Hijo y del Espítitu Santo".
Y con la misma sencillez que ha caracterizado su pontificado se despidió con un hogareño "Buenas noches", porque el Papa estará, a partir de ahora, oculto al mundo pero unido, aún más si cabe, a este mundo por la oración. Ha sido, probablemente, la última vez que se le verá en público, porque aunque le queda el viaje de vuelta al Vaticano cuando haya concluido el cónclave, el Papa emérito no saludará desde ningún balcón.
Fuente: religionconfidencial.com
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