Un grupo de padres, mientras esperaban la salida de sus hijos de la escuela, mantenían una conversación:
- ¿Inscribes a tu hijo a la clase de religión?
- No, prefiero que mi hija haga recuperación de otras asignaturas. ¿Para qué sirve la clase de religión, si no computa para nada?
- Yo llevo al niño a catequesis porque quiero que haga la primera comunión, y que en la escuela aprenda otras cosas.
- Tengo una amiga que lleva a sus hijos a una escuela donde no hay clase de religión porque los maestros han decidido que no se ofrezca dicha materia.
- Yo –añade un padre- al informarme en la escuela, porque el párroco insiste en que es importante, me respondieron que son pocos los padres que lo solicitan y que, por ello, ya no lo preguntan.
- Pues nosotros si que hemos inscrito a nuestros hijos a la clase de religión. Estamos muy satisfechos y creemos que es importante para ellos.
- Pero, ¿para que sirve la clase de religión?
Seguro que, con frecuencia, habréis escuchado conversaciones como éstas, participado en ellas y quizá también os lo habéis planteado.
A la pregunta, para que sirve la clase de religión, debería responderse primero con otra pregunta: ¿Para qué sirven las “mates”, la lengua, sociales, naturales…?
La respuesta es obvia: para ayudar a los alumnos a su crecimiento como personas y adquirir aquellos conocimientos y habilidades que les serán necesarios para la vida.
Pues aquí tenéis la respuesta a la pregunta del “por qué” la clase de religión.
Padres: someted a crítica la afirmación según la cual la clase de religión no es un elemento fundamental en el proceso de socialización y de educación de la persona, porque sí lo es, y cada vez lo será más, precisamente en este mundo nuestro tan plural.
Creo que se equivocan aquellos padres que piensan que sus hijos serán más libres, más autónomos, si renuncian a su educación religiosa católica, esperando que sean ellos los que decidan por si mismos. Tal actitud no la tienen ante otras dimensiones de la educación.
Estoy convencido que deseáis que la escuela no sea únicamente transmisora de conocimientos, sino de “valores”. Ahora bien, debemos preguntarnos sobre qué valores, el porqué de unos y no de otros, qué fundamentos, qué concepción de la persona y de la sociedad ofrecen.
Padres, si deseáis una educación integral para vuestros hijos, pedid la clase de religión.
Alumnos, niños, chicos y chicas: en la clase de religión católica descubriréis un libro único —en realidad, son muchos libros en una solo—, la Biblia, donde descubrimos como Dios se ha dado a conocer al pueblo de Jesús y a todo el mundo. Leer y entender este libro nos ayuda en primer lugar a conocer a Dios y lo que quiere para nosotros, pero también nos ayudará a comprender mejor los pensamientos, los escritos, el arte, las leyes, las costumbres, la historia de nuestro país y de gran parte de la humanidad.
Los cristianos, como amigos de Jesús, formamos la Iglesia, que durante muchos años se ha extendido por todo el mundo, formando obispados –como el de Girona- parroquias, monasterios, escuelas… Se han escrito muchos libros sobre quienes somos y que creemos; hemos levantado iglesias y catedrales, hemos edificado hospitales y centros para acoger a los pobres; hemos trabajado para que cada persona sea respetada en sus derechos, para que tenga libertad, pueda vivir en paz y reconozca a los demás como hermanos o hermanas.
Estudiando la religión católica descubrirás todo aquello que es muy importante para vivir: el tesoro de la vida. Aprenderás que debemos amar siempre a toda persona, sea mayor o pequeña, hasta perdonarla, aunque no nos sea simpática. También te enseñarán que debemos amar y trabajar por el país en el que vivimos y por toda la humanidad.
Maestros, profesores, claustros: que el respeto al pluralismo social, característico de nuestra cultura, no nos aboque a una educación de mínimos. La dimensión religiosa es fundamental en la persona, ya sea para aceptarla, sea para cuestionarla. Pero quien no conoce no es libre para decidir.
La normativa vigente dice explícitamente que en la enseñanza obligatoria todas las escuelas han de ofrecer a los padres de los alumnos la enseñanza de la religión, y que ellos son libres de matricular a sus hijos.
Desde los centros donde se realizan las preinscripciones deben facilitar a los alumnos, o padres que lo deseen para sus hijos, la posibilidad de optar por la clase de religión.
+Francesc Pardo i Artigas
Obispo de Girona
Fuente: agenciasic.es
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