La Comisión Episcopal de Enseñanza ofrece los datos estadísticos sobre los alumnos que eligen la opción de la enseñanza religiosa católica en este curso 2018-2019. Sumando todos los alumnos de las cuatro etapas en centros escolares públicos, privados y concertados, se constata que 3.303.193 alumnos asisten a clase de Religión en España.
Hablamos con el director del Secretariado de Enseñanza Religiosa de la diócesis de Albacete, Ramón Sánchez Calero, sobre la clase de Religión en estos momentos.
¿Cómo percibe usted el momento presente?
El momento educativo lo veo con preocupación. Las distintas leyes educativas se han ido solapado sin establecer periodos largos de experimentación y de evaluación comparativa con otros países de Europa. Esta serie de leyes educativas, y cambios constantes, dificulta la tarea del educador y de las mismas familias. Prima más lo ideológico que el proceso educativo como tal.
Nos encontramos con una LOMCE, que fue una reforma de la LOE, al mismo tiempo que en los cajones del Ministerio hay ya otra reforma sin el consenso debido. En todas estas reformas se ha tocado, de una u otra manera, la asignatura de Religión. Los profesores viven todo ello con preocupación.
Unos días antes de las elecciones generales, sesenta organizaciones sociales, sindicales y políticas, enviaron un escrito, a todos los partidos, pidiendo que la escuela sea laica. Decían que un estado laico no puede financiar una creencia confesional. ¿Qué opina?
Creo que es pura ideología y, mucha de ella, tan financiada como la clase de Religión. Miremos la realidad de nuestro entorno político y cultural: Europa.
En Europa, el 80% de los Estados poseen clase de Religión confesional. Sólo seis no la tienen, pero poseen otra materia de contenidos religiosos: Reino Unido, Luxemburgo, Estonia, Eslovenia y Suecia. Únicamente Francia no posee ningún contenido, al respecto, y se lo están planteando.
En todos los países, menos en Bulgaria y Alemania, paga el gobierno a los profesores de Religión igual que al resto de los profesionales. Y en todos, el perfil de los enseñantes lo determinan las Iglesias respectivas. Esta es la realidad en Europa a la que tanto queremos parecernos.
¿En una sociedad secularizada, díganos tres razones para optar por la enseñanza religiosa escolar?
En Europa se cree menos, pero lo religioso cada vez está presente en los telediarios, en las redes sociales y hasta en la publicidad. Los espacios que pierde la fe los gana lo religioso y, ahí, la escuela no puede estar al margen.
Aunque la práctica religiosa haya decaído, la sed de religión, y lo que eso significa de búsqueda de sentido, ha crecido. Así, encontramos búsqueda de espacios de silencio y de soledad; de contemplación de la naturaleza y del arte religioso; de búsqueda de lo absoluto frente a lo efímero. Algunos profesores y centros se han dado cuenta de esto y se empieza a practicar la educación de la interioridad: “El rincón del silencio”; el inicio de la clase con “un silencio profundo en la postura del loto”, etc.
No se puede rechazar lo que no se conoce. La escuela no puede hacer ignorantes religiosos y analfabetos de lo que supone la experiencia de Dios que aporta el cristianismo. Éste es nuestro sustrato cultural. Así fue Europa.
Ante esta realidad, pienso que es un suicidio, antropológico y cultural, sacar de la escuela los “dogmas teológicos”, que siempre humanizan y enseñan a respetar la diversidad y la libertad, para introducir los “dogmas del laicismo para todos”, que imponen la uniformidad y la unicidad.
¿Cree que en el posible pacto educativo caben estas dimensiones?
Deberían caber si miráramos, como decía anteriormente, nuestro entorno cultural. Si miramos atentamente la constitución del 78, vemos que de ella se desprende la libertad de poder optar a una formación religiosa determinada, en un centro público o de titularidad social. Cabría en ese pacto, si definimos que la educación ha de ser integral, que llene todas las capacidades del alumno. Me temo que hay partidos que parten de otra concepción de la escuela y de la educación. Ahí tenemos una dificultad que habría que consensuar. La libertad religiosa, para ser tal libertad, no puede reducirse a la privacidad. Los derechos, para ser tales, han de poseer su dimensión de exterioridad; si no es así, dejan de ser reconocidos como tales derechos.
¿En la diócesis, qué aceptación tiene la clase de religión?
En Albacete, tiene una muy buena aceptación. De cada diez alumnos, ocho escogen la clase de religión católica confesional. Disponemos de unos datos estadísticos centro a centro. No existe ningún problema, tanto para el que la coge como para el que no. Existe una gran integración de unos alumnos con otros. Del mismo modo, los profesores de Religión Católica se sienten integrados perfectamente en los Claustros y asumen tareas educativas comunes con otros compañeros e incluso, a muchos de ellos, se les pide opinión para determinadas actividades.
No entiendo que si el sistema funciona, haya que modificarlo o cambiarlo. La clase de religión no es un privilegio de la Iglesia, es un derecho de las personas y de las familias. En Castilla-La Mancha hay una matrícula muy grande en clase de Religión.
En Albacete, disponemos de 120 profesores en Infantil y Primaria y 50 en E.S.O y Bachillerato. Aprovecho para dar las gracias a la Administración Regional y Provincial por el interés y la preocupación, por esta materia y sus profesores, y deseo que profesores, familias y comunidades sepamos presentar la religión como un motivo que dignifica y ennoblece a la persona y a la sociedad.
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