Isabel Gómez Villalba es profesora de Religión en los cursos de secundaria del IES Miguel Catalán en Zaragoza.  Es también autora de Aprendizaje-Servicio. Educar para el encuentro y ha sido la encargada de la última intervención de esta tarde en la que ha tenido lugar la II sesión del Foro «Hacia un nuevo Currículo de Religión Católica». Durante todas las intervenciones se han analizado los retos de la escuela y la sociedad del siglo XXI en lo relativo a la enseñanza de la asignatura de religión.

Nuevamente, citando Fratelli tutti como ya hiciera Fernando Vidal durante su exposición, ha hablado del concepto de la solidaridad, interpretando los rasgos del contexto social en el que vivimos, que según Gómez Villalba, evidencian por qué es todavía más imprescindible que nunca la Enseñanza Religiosa Escolar (ERE) en el siglo XXI. Bajo la pregunta de si puede ser la ERE un signo de esperanza, esta profesora de secundaria lo tiene claro: sí. Y el objetivo ya que el objetivo es que los alumnos se puedan encontrar con «la perla preciosa que es el Evangelio».

A posteriori nos ha hablado de una filosofía educativa denominada Aprendizaje-Servicio que combina procesos de aprendizaje con un servicio a la comunidad en proyectos educativos que promueven una transformación social. Esta metodología, si es que se puede llamar de esta manera, está basada en las tesis de A.Domingo, disponibles en su obra Conocimiento responsable y ciudadanía activa: las claves éticas del Aprendizaje-Servicio. Se trata, a juicio de Gómez Villalba, de un enfoque pedagógico poliédrico en el que hay muchos matices a la hora de conjugar los tres elementos que lo conforman: aprendizaje, servicio y transformación social.

«Hay que abrir al alumno a la trascendencia a través del encuentro con el otro»

«Adquirir conocimientos que le ayuden a hacer su aportación al bien común», ha sido la continuación de esta profesora de Religión que ha querido incidir en que «no aprendemos tanto de la acción sino de la reflexión que hacemos de ella».

La clase de Religión es, en definitiva, «un espacio de reflexión, experiencia y de sentido». La ERE integra saberes y aporta conocimientos para ser llevados a la práctica. Y, «aunque está reducida a la mínima expresión horaria, podemos trabajar a lo largo de distintos cursos en proyectos transversales. Podemos iniciar proyectos y sumarnos a lo que ya está funcionando. Ante todo es pasar de la teoría a la práctica. Hay que situar al alumno en esa curiosidad y apertura al otro».

El Aprendizaje-Servicio, según Gómez-Villalba, ayuda a superar esa supuesta dicotomía de razón y fe y puede resultar como ese «nexo entre educación, compromiso social y esperanza cristiana. Una propuesta educativa mediante la cual visibilizar el servicio humanizador de la Enseñanza Religiosa Escolar, reivindicar el carácter público del cristianismo y su indispensabilidad para construir la paz y el encuentro».

Fuente:revistaecclesia.com

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