Javier Cortés ha puesto sobre la mesa cuatro retos

El profesor de Religión en Valencia, Javier Cortés, ha indicado esta tarde en el Foro sobre el Currículo de Religión, que uno de los desafíos de la clase de Religión en la educación católica es «constituir un grupo bien formado de profesores laicos, a poder ser que no sean profesores exclusivos de profesor de Religión». Así, ha planteado, por una parte, que la escuela católica (EC) no ha hecho de la ERE una de sus prioridades y que los retos que plantea son más específicos de la EC aunque las propuestas son generales.

Javier Cortés ha puesto sobre la mesa cuatro retos: sobre el estatus, sobre el profesorado, su aportación específica a la educación integral y el diálogo fe-cultura por medio de la interdisciplinariedad.

Ante el estatus, ha explicado que se parte de una muy baja «calidad de la demanda» por parte de todos los agentes (titulares, familias, alumnos, profesorado, la sociedad, las autoridades académicas …). Además, se ha instrumentalizado este área por parte de la pastoral o la catequesis y por eso se necesita definir con rigor su lugar: el espacio de la ERE es el ámbito curricular bien diferenciado de la pastoral y la catequesis. Po último, para Javier Cortés «debe dejar de ser considerada como un “área un poco especial” y definir bien toda su estructura como área (objetivos, competencias, contenidos, evaluación, etc.)».

Profesores de Religión

Sobre el profesorado, ha indicado que en Primaria falta una preparación específica y en Secundaria, la tendencia es que recaiga en los (pocos) religiosos, con poca previsión de futuro ante la dificultad de la titulación». Esto provoca, en general, una debilidad en los contenidos, un reduccionismo al dogma o a la moral. «Es imprescindible la constitución de un grupo bien formado de profesores laicos, a poder ser que no sean profesores exclusivos de profesor de Religión.

Educación integral

El tercer reto es la aportación específica a la educación integral. Javier Cortés ha propuesto «la dimensión espiritual como la dimensión específica (que no exclusiva) propia de la ERE». Y la ha propuesto en su doble realidad: como experiencia personal y como origen de las múltiples manifestaciones de la misma en la ética, en la cultura, en los modelos de vida, etc.

«Creo imprescindible tomar nota de la vivencia espiritual de nuestros alumnos: han abandonado las creencias religioso/espirituales de la tradición cristiana para abrazar otras», ha expresado.

Fe-cultura

Por último, el cuarto reto es el diálogo fe-cultura por medio de la interdisciplinariedad. Para el profesor «no tiene sentido “montar” el diálogo fe–cultura en el interior de la propia área de ERE». «Si la cultura es lo que se hace presente en las otras áreas del currículo, será allí donde tenga que acudir la enseñanza de la Religión en línea con las nuevas tendencias metodológicas (proyectos)», ha expresado. De esta forma, la ERE debe «salir» a buscar las realidades culturales de nuestra sociedad para aportar «sentido». «Necesitamos afrontar una profunda revolución curricular como paso previo a cualquier innovación didáctica», ha concluido.

Fuente: revistaecclesia.com

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