El tercer panelista de la cuarta sesión del foro de la asignatura de Religión corrió a cargo de Josep Otón Catalán, profesor del Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Barcelona y de la Facultad de Teología de Cataluña.
Como peculiaridad, este profesor de Historia —no de Religión—, dio otra dimensión distinta sobre un aspecto fundamental: la interioridad y las vías para hacerla habitable por las virtudes.
«A veces nos planteamos si la Religión es un intruso en la escuela. El humanismo, como los fundamentos de la ciencia, sin la Religión, queda coja».
Siguiendo el hilo de Carmen Pellicer, para Otón «es fundamental aprender a narrarnos y para ello uno de los lugares privilegiados es la escuela».
Interioridad y escuela, religión y humanidades, conceptos, que el mundo de hoy presenta como extravagantes o sencillamente antagónicos, pero que sin embargo adquieren una dimensión nueva y plenificadora cuando se ponen en juego dentro del aula.
La hospitalidad interior que debe aportar la Religión
«En un mundo muy banal es imprescindible la interioridad. Descubrir quién soy. La interioridad nos remite al centro, al eje vertebrador de quiénes somos», ha continuado Otón para seguir con un análisis sucinto pero pormenorizado donde viene a indicar que en «toda la escuela, todas las asignaturas, nos ayudan a cultivar la interioridad» pero bajo su criterio «la Religión debería aportar la hospitalidad interior. Por su implicación etimológica, debe ser una interioridad que se deje habitar, que acoge la realidad, al otro y la trascendencia».
«La Religión nos da la oportunidad de entenderla como un don, como un regalo», que nos lleve a la profundización del orden creador y creativo. «Para ello hay que prepararnos para acoger». « »
Para Josep Otón, «la gran aportación del cristianismo es ver al otro como el prójimo. Y el cristianismo propone ese prójimo como cualquier ser humano». En este momento ha puesto como referencia la parábola del Buen Samaritano para continuar citando el Castillo Interior de santa Teresa de Jesús y su capacidad de, gracias a la escritura, comunicarnos, compartir y describir la relación con Dios.
A modo de conclusión y tras citar al personalista Emmanuel Mounier, Otón ha considerado clave el que «la interioridad habitada no debe ser una mística hueca» sino una oportunidad para estar en diálogo permanente y fortalecer la visión del prójimo.
Y la asignatura de Religión, bien impartida, de forma sugestiva, tiene ese poder.
Fuente: revistaecclesia.com
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