Publicado por MaestroPedro el 21 de Octubre de 2009 a las 23:30
1) Cuidar el ejemplo.
2) Explicar bien los contenidos de los temas (que los comprendan).
3) Mejorar el ethos del aula (que es una comunidad moral), para encarnar esto:
4) Que se vivan las virtudes humanas como una experiencia. La suma de lo anterior ocasionará
5) un procurar la excelencia de cada alumno.
6) Pero, si los profesores no lo proyectamos. Es decir: el docente es guía, modelo y mentor.
7) Establecer en positivo las normas y la disciplina moral.
8) Organizar un clima democrático-participativo, manteniendo las relaciones verticales.
9) Promover los valores mediante la enseñanza del currículo.
10) Uso de procedimientos, como el aprendizaje cooperativo, que no es incompatible con la enseñanza y aprendizaje en equipos.
11) Para esto el docente ha de tener conciencia de la teoría de la educación.
12) Insertar la reflexión moral, no sólo en tutorías.
13) Introducir en las actividades la manera de resolver conflictos.Autoridad docente por calidad de las enseñanzas
Por los datos que disponemos, las cifras de los comportamientos educacionales inadecuados se reflejan en la adolescencia, principalmente. No obstante, ya hay muchas preocupaciones de exabruptos en los niveles correspondientes al segundo ciclo de primaria y hechos raros en el primero de los ciclos. Así mismo, las manifestaciones de indisciplina e interrupciones ya se distribuyen por todos los cursos. Habrá, pues, que tomar el asunto por la edad más crítica, sin dejar de escribir propuestas que valgan para todas las edades.
Consideramos que la adolescencia sigue siendo un proceso en donde los cambios biológicos (su cuerpo adquiere su máximo exponente anatómico), psíquico (descubrimiento de la intimidad, fruto de complejas y sucesivas interacciones), socialización y emparejamientos (relaciones de pertenencia, de acuerdo o no con los mandatos socio familiares), introducción en el pensamiento abstracto (elabora unos cuantos valores y enjuicia todo sólo desde su perspectiva: egocentrismo), visión trascendente del mundo y la vida (religión, filosofía), caracterizan este periodo como una etapa singularmente crítica.
Ante la debilitación de la personalidad y de las costumbres, ¿qué hacer situados en una clase escolar con un grupo de hombretones y ellas, con dos o más años de madurez encima? Un psicólogo de la educación (Child, 1983) reflexiona sobre qué tipo de autoridad hay que ofrecer en las aulas de la ESO. ¿Deberíamos los docentes adolentizarnos o mantener los roles diferenciados? Sobre esto, en principio consideramos que la relación adulto-adolescente debe ser clara y con componentes explícitos, ya que los adultos a lo largo de la historia de la humanidad han socializado a las jóvenes generaciones a través de ese proceso los valores y las actitudes que se esperan de ellos. Hay que señalar que es correcto e incorrecto claramente.
Una relación educativa en donde los roles de docente y discente se diluyen o desconfiguran (permisividad o dejar-hacer) es una relación por lo menos irregular y ajena a la tarea que se encomienda al IES en una sociedad compleja como la nuestra. Es falsa la horizontalidad. La enseñanza comienza cuando el docente planifica los objetivos y prevé los medios para lograrlos. Sin embargo se concreta tanto en el aula, como en una excursión, o en un gimnasio, en cualquier momento y lugar, en que los alumnos realizan actividades y experiencias con la orientación del educador y con la finalidad de alcanzar los objetivos previamente fijados.
Además, se ha comprobado (Uhl, 1997) que la enseñanza permisiva es sólo apropiada para una minoría de alumnos. Se suele decir que el mejor modelo no es autoritario ni permisivo. ¿Qué significa esto? Se debe conocer que el centrado en la norfma, con su control y sanciones no es la única meta educativa, tan sólo es un límite que enseña lo que no está permitido, pero no invita a hacer más de lo mínimo. Podríamos decir que doma, pero no promueve el autocontrol pleno. No obstante, es mejor esto que el dejar-hacer.
Con el fin de generar un proceso responsabilizante, se recomienda, primero, recuperar el sentido de la responsabilidad. Esto no significa que sólo respondan de sus conductas, sino prevenirlas mediante la formación de su carácter en hábitos como puntualidad, obediencia, respeto, orden, laboriosidad (si existiera la palabra "estudiosidad"), etc. A la vez, mejorar las pantallas de la infracultura como serían lso esfuerzos por evitar factores sociopatológicos ( TV, videojuegos, ahigiénicos.). Por supuesto, parar el descenso del rendimiento de los alumnos (la lacra del fracaso escolar y la deserción de los estudiantes). Y, convergentemente con esto, cortar el auge de las interrupciones y la indisciplina, que es caldo de cultivo para que haya acoso y violencia en las aulas.
Un estudio (Castro, 2004) considera que es un error descansar sólo en un sistema basado en reglamento, faltas y sanciones, como medio para enseñar "para mañana la lección siguiente" del libro (instruccionismo). La razón es que las normas no suelen prevenir, sólo controlan. No obstante, como estamos, también, en un proceso de socialización, hay que conjugarlas con la instrucción y formación. Sería utópico, ucrónico y anormal pretender ser sociedad sin normas. Así no llegaríamos a ser autónomos. Lo que si se espera es que las suplementemos y las ordenemos dentro de lo que educativo.
El programa Arora, de1994, lo efectuó mediante los valores del proyecto educativo del centro. Para ello implicó a los padres, alumnos con responsabilidad para decidir, implicando también a otras instituciones. Pero, no se trataba de valores a modo de temas, familiarizaron la vida colegial mediante relaciones humanas; a la vez, concienciaron para que se denunciaran los hechos que atentaran contra la convivencia. Dentro de la mejora del contexto, señalaron la incidencia de la televisión y tenerla en cuenta globalmente.
Con el fin de concretar un tanto más la función docente, cientos de institiuciones educativas de USA (Lickona, T.; Berret, D.; Ryan, K. y otros) subrayan los rasgos del profesor que tiene éxito ante la indisciplina. 1) Cuidar el ejemplo. 2) Explicar bien los contenidos de los temas (que los comprendan). 3) Mejorar el ethos del aula (que es una comunidad moral), para encarnar esto: 4) Que se vivan las virtudes humanas como una experiencia. La suma de lo anterior ocasionará 5) un procurar la excelencia de cada alumno. 6) Pero, si los profesores no lo proyectamos [sic]. Es decir: el docente es guía, modelo y mentor. 7) Establecer en positivo las normas y la disciplina moral. 8) Organizar un clima democrático-participativo, manteniendo las relaciones verticales. 9) Promover los valores mediante la enseñanza del currículo. 10) uso de procedimientosd, como el aprendizaje cooperativo, que no es incompatible con la enseñanza y aprendizaje en equipos. 11) Para esto el docente ha de tener conciencia de la teoría de la educación. 12) Insertar la reflexión moral, no sólo en tutorías. 13) Introducir en las actividades la manera de resolver conflictos.
Por otra parte, sobre los problemas de convivencia, Wynne (1991) sintetiza lo antedicho definiendo una corercta cultura escolar. Esta se compone de un ethos exigente, más buena enseñanza, con un ejemplo positivo del profesor, mantener la disciplina, exigir rendimiento sin bajar el listón en los exámenes, la institución docente ha de abrirse siendo comunidad educativa, y establecer servicios que suplementen las tareas del centro docente. Al aplicar esto, se ha comprobado que las faltas injustificadas, vandalismo e indisciplinas no suceden (Sparks, 1991).
ANÁLISIS · SALVADOR PEIRÓ I GREGÒRI, UNIVERSIDAD DE ALICANTE. GRUPO DE ESTUDIOS DE ACTUALIDAD
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